Los brotes de verdor cingido.
Desde hace
unos años me he estado haciendo la pregunta de cuál es el camino correcto para
lograr salir de la crisis en este país. Sin duda algo habrá que cambiar, ya sea
a nivel político, social o económico.
Analizando la política y las distintas opiniones que
circulan por la prensa y los mas-media, ya se ve una tendencia hacia donde se
cree que está la salida. La tendencia es activar el sector económico potenciando
las empresas.
Desde mi perspectiva este es un camino de gran
sacrificio y no nos llevará a una pronta recuperación. La explicación es muy
sencilla, estamos en la España donde la picaresca y el pelotazo son dos
culturas ampliamente arraigadas. La empresa privada en España se fundamenta en
el lucro individual, la asesoría financiera para la gestión del dinero B y
defraudar a hacienda, mientras que por otro lado se busca la contratación en
precario y la explotación. Esto todo si está subvencionado por algún padrino en
política o alguna ayuda pública, mucho mejor.
Os preguntaréis entonces dónde está la salida. Yo creo
que el verdadero camino está en el cambio de pensamiento, como dijo Albert
Einstein “no podemos solucionar los problemas con el mismo tipo de pensamiento que
usamos cuando los creamos”. El cambio de forma de pensar es lo más complicado,
pero es el verdadero camino.
Yo creo que es necesario el
reencuentro con los tradicionales
valores humanos, conjugados con los conocimientos actuales y la aplicación de
los principios de la sostenibilidad. Esto requiere de un esfuerzo que suele
chocar con el orden establecido y con los estamentos acomodados, creando una
oposición que si no se flexibiliza por las buenas, termina ocurriendo por las
bravas.
España para salir de la crisis tiene que ser políticamente
eficiente, ser excelente en la gestión pública y sobre todo buscar y crear la
igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Si trabajamos en este
camino y se da ejemplo desde los órganos de poder, el resto vendrá por
añadidura.
Puedo
explicar con más detalles mi teoría, pero otro día. Os dejo con una frase de Rousseau:
“La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan
opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado
de venderse”.
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